Influencias

jueves, 25 de mayo de 2006

Playing in winamp: Tom Petty spotyka Debbie Harry - Pidzama Porno.mp3

Me llamo Bruno. Soy periodista y escribo para Rolling Stone, también tengo una columna, “El Outsider Romántico”, donde analizo las viejas influencias de las nuevas bandas que van surgiendo en un tono más bien nostálgico. El mote fue idea de mi editor, a mi no me gustó como nombre para mi columna, lo encontré muy egocéntrico y mamón. El sobrenombre partió en un asado en la casa del “care ná”, cahuinero de profesión y fotógrafo de oficio. Esa semana terminamos la edición de las leyendas de los ‘70, cuyo reportaje acerca de Lou Reed y Velvet Underground fue escrito con mis propios deditos. Lo describí como un tipo solitario, loco, alguien que no se interesa por las costumbres sociales ni con seguir modelos, etc, etc… y agregué la frase “es un outsider romántico”. De ahí no pararon de decir que ese perfil me quedaba como ají al pebre.

Vivo solo, en un departamento chico, así no tengo que preocuparme del aseo. Tampoco tengo muchos muebles, lo estrictamente necesario, no me gusta eso de llenar la casa de chiches, tal vez porque en mi infancia viví en una casa llena de adornos. Al lado del computador siempre tengo una foto de la Anita, mi polola. Parece ruda, pero en el fondo es tierna, se viste de negro, pero no es gótica, se mira al espejo y se encuentra fea, pero es más linda que el sol, es metalera pero igual encuentra rico a Miguel Bosé y una vez la encontré cantando una canción de Miranda…Eso sí, rockera como buena novia de reportero de RS tiene la discografía completa de Iron Maiden en vinilo. Me casaría con ella.

Amo a la Anita, y amo también la música. La escucho desde que me levanto hasta que me acuesto y no me aburro jamás. Cuando niño era la única forma de conectarme con mi papá, a 700 kilómetros de distancia, ahora es mi forma de vida. Todo el mundo dice que somos iguales, pero él es el rockero viejo, de la generación de los Beatles, de los que conocen a King Crimson y no dudaron gastarse 50 lucas para ver por única vez en la vida a los Yes en vivo, de los veteranos que aprendieron a tocar guitarra con Led Zeppelin en plena dictadura, el que arma las bandas y toca en pubs de vez en cuando sacando aplausos del público...mientras yo solo soy un periodista nerd que escucha música por no tener el talento para crearla, de nuevo se comprueba que en casa de herrero…cuchillo de palo. Mientras mi papá se peina con las guitarras desde los 13 años, yo con suerte aprendí a tocar flauta dulce en el colegio, definitivamente dedos para el piano no tengo.

“¡MIRA, si de lo único que se preocupan estos tipos es de la pinta!, ¡estos grupitos que salen ahora, son unos pretenciosos vendidos al sistema!” Eso piensa mi viejo de la música que escucho yo. Nunca he sido de una sola tendencia, siempre fui Hegeliano para escuchar música: si por un lado me gusta toda la rama del grunge, también me gusta un poco la electrónica, si por un lado me gusta Beck, por el otro me gusta Depeche Mode, si por una parte me gusta Tool, por otra me gusta The Cure. Me gusta David Bowie y The Clash, y a mucha honra, mierda…Eso sí, de mi generación, somos bien pocos los que conocemos a Tom Petty and The Heartbreakers.

Los cabros de la pega están equivocados. Yo no soy un “borderline” con onda, ni extravagante, ni siquiera loco…esa comparación que me hicieron con Lou Reed está errada. Mi padre es un adolescente en el cuerpo de un adulto y que habla como anciano, a la vez está medio loco, es solitario y siempre le ha dado lo mismo lo que los demás piensen o digan de él. Al final, mi viejo es el “Outsider Romántico” anónimo por excelencia; el único, el grande, el mío.

lunes, 15 de mayo de 2006

LONELY SOULS - UNKLE FEAT. RICHARD ASHCROFT.MP3


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A veces se siente psicótica, sin tener idea de lo que significa esa palabra. Sólo sabe lo mucho que abusa del trabajo y del tabaco. El suelo está lleno de colillas de cigarro y desde la escalera se ve un gran mosaico en espiral de colillas blancas y cafés. Nada como fumar con esa tremenda melancolía.

Al día siguiente debía tomar un avión a Punta Arenas, estaba viendo la posibilidad de quedarse allá (¡BENDITO TRABAJO QUE ME MANTIENES OCUPADA!). Julieta es psicótica, pero no lo sabe, tanto que no se le nota; mejor dicho, nadie se toma la molestia de notarlo. ¿Acaso importa? A nadie le importó nunca si ella estaba contenta o triste, desde muy niña aprendió a tragarse las lágrimas, no podía soportar la humillación de que la vieran manifestar su humanidad en público. Como adolescente ya era tarde, no tenía idea acerca de manifestación de sentimientos. Ya de adulta se había transformado en una máquina.

Suena el timbre. Es Francisca, una drogadicta lesbiana. Tenía un ácido y quería compartirlo con su “amigui del alma”, aparte de ser hueca era cuica. Se drogaron toda la noche recostadas en la alfombra, Francisca le acariciaba el pelo a Julieta, que se dejaba estar. Le gustaba esa situación a pesar de lo incómodo que resulta tener una amiga lesbiana que se tira al dulce. La Fran se estaba sobrepasando, las dos mujeres pelean, se tiran el pelo y se agarran a garabatos, Julieta la echa, se recuesta en el suelo.

Yo antes no era así. Nunca fui una niña feliz, pero tampoco tenía motivos para estar triste. Perdí la brújula heavy… yo que era una niña tan correcta, tan madura, perdí el control.

Desde los 13 años que pienso en morir, lo ideal es que me atropelle una micro para que parezca un accidente y no un suicidio. Nunca he logrado descubrir de donde vienen mis pensamientos, el origen de mi angustia, sólo se que nada sé, sin embargo no aguanto más. Para mí todos los días son una lucha. Lucha contra el cuchillo que tengo en la cocina, contra la cuerda que tengo guardada en el closet, contra inscribirme en el club de tiro para comprarme una pistola, como la canción (…tengo una pistola, por si un día todo falla, pero no tengas miedo ahora no está cargada…).

No entiendo por qué lloro todas las noches si no tengo motivos para hacerlo, y si yo no puedo entenderlo, no creo que nadie pueda tampoco. Todos los días lucho contra la tentación de tirarme por la ventana (vivo en el décimo quinto piso ¿Para qué estoy aquí si no soy nada? No creo que a “Dios” le dé el cuero para preocuparse de las “viditas” de cada uno de estos huevones que circulan por la calle.”

Ella se levanta del suelo, como todos los días y perdió el avión. Mira por la ventana y no ve nada por culpa de la neblina, la estufa no prende y se envuelve en una frazada. Pone un cd de música clásica en el equipo. Ya en el baño se da una ducha caliente (¡A comenzar el día!), se mira al espejo, se odia porque se encuentra horrible. Se lava la cara en el lavamanos y abre el botiquín, con la esperanza de encontrar un jabón. Encuentra unos frascos de Válium. La oportunidad es irresistible, es ahora o nunca, no sabe como llegaron a su baño. En la cocina toma una botella y la llena de agua, se traga las pastillas una a una, hasta llegar a la número 90, siente el estómago pesado y arcadas, pero resiste estoica. Caminando lento llega a su cama, se acuesta en las sábanas blancas y abraza un oso de peluche (cosa que no corresponde a sus 30 años). El equipo seguía tocando la misma canción una y otra vez.

Julieta se quedó dormida y ahora sueña. Sueña con un campo de tulipanes rojos, sueña con que entra el sol por su ventana, sueña con que anda en la misma bicicleta que Audrey Tautou en Amélie por las calles en blanco y negro, el viento le hace volar el pelo a medida que aumenta la velocidad, la luz solar se refleja en los rayos de las ruedas que giran sin parar nunca. Julieta ríe, por primera vez los caminos se cruzan y todo tiene sentido, “Nada puede detenerme ahora”, piensa mientras los niños juegan en el parque. Ellos le sonríen y ella les responde con un beso al aire. La idea es llegar lejos, muy lejos, allá donde los pájaros indican el camino, pero este no termina jamás.

El teléfono suena todo el día, pero Julieta no contesta, porque disfruta de un sueño eterno, todo como una película en blanco y negro. Lejos…el mejor sueño de su vida.

FIN