Influencias

lunes, 15 de mayo de 2006

LONELY SOULS - UNKLE FEAT. RICHARD ASHCROFT.MP3


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A veces se siente psicótica, sin tener idea de lo que significa esa palabra. Sólo sabe lo mucho que abusa del trabajo y del tabaco. El suelo está lleno de colillas de cigarro y desde la escalera se ve un gran mosaico en espiral de colillas blancas y cafés. Nada como fumar con esa tremenda melancolía.

Al día siguiente debía tomar un avión a Punta Arenas, estaba viendo la posibilidad de quedarse allá (¡BENDITO TRABAJO QUE ME MANTIENES OCUPADA!). Julieta es psicótica, pero no lo sabe, tanto que no se le nota; mejor dicho, nadie se toma la molestia de notarlo. ¿Acaso importa? A nadie le importó nunca si ella estaba contenta o triste, desde muy niña aprendió a tragarse las lágrimas, no podía soportar la humillación de que la vieran manifestar su humanidad en público. Como adolescente ya era tarde, no tenía idea acerca de manifestación de sentimientos. Ya de adulta se había transformado en una máquina.

Suena el timbre. Es Francisca, una drogadicta lesbiana. Tenía un ácido y quería compartirlo con su “amigui del alma”, aparte de ser hueca era cuica. Se drogaron toda la noche recostadas en la alfombra, Francisca le acariciaba el pelo a Julieta, que se dejaba estar. Le gustaba esa situación a pesar de lo incómodo que resulta tener una amiga lesbiana que se tira al dulce. La Fran se estaba sobrepasando, las dos mujeres pelean, se tiran el pelo y se agarran a garabatos, Julieta la echa, se recuesta en el suelo.

Yo antes no era así. Nunca fui una niña feliz, pero tampoco tenía motivos para estar triste. Perdí la brújula heavy… yo que era una niña tan correcta, tan madura, perdí el control.

Desde los 13 años que pienso en morir, lo ideal es que me atropelle una micro para que parezca un accidente y no un suicidio. Nunca he logrado descubrir de donde vienen mis pensamientos, el origen de mi angustia, sólo se que nada sé, sin embargo no aguanto más. Para mí todos los días son una lucha. Lucha contra el cuchillo que tengo en la cocina, contra la cuerda que tengo guardada en el closet, contra inscribirme en el club de tiro para comprarme una pistola, como la canción (…tengo una pistola, por si un día todo falla, pero no tengas miedo ahora no está cargada…).

No entiendo por qué lloro todas las noches si no tengo motivos para hacerlo, y si yo no puedo entenderlo, no creo que nadie pueda tampoco. Todos los días lucho contra la tentación de tirarme por la ventana (vivo en el décimo quinto piso ¿Para qué estoy aquí si no soy nada? No creo que a “Dios” le dé el cuero para preocuparse de las “viditas” de cada uno de estos huevones que circulan por la calle.”

Ella se levanta del suelo, como todos los días y perdió el avión. Mira por la ventana y no ve nada por culpa de la neblina, la estufa no prende y se envuelve en una frazada. Pone un cd de música clásica en el equipo. Ya en el baño se da una ducha caliente (¡A comenzar el día!), se mira al espejo, se odia porque se encuentra horrible. Se lava la cara en el lavamanos y abre el botiquín, con la esperanza de encontrar un jabón. Encuentra unos frascos de Válium. La oportunidad es irresistible, es ahora o nunca, no sabe como llegaron a su baño. En la cocina toma una botella y la llena de agua, se traga las pastillas una a una, hasta llegar a la número 90, siente el estómago pesado y arcadas, pero resiste estoica. Caminando lento llega a su cama, se acuesta en las sábanas blancas y abraza un oso de peluche (cosa que no corresponde a sus 30 años). El equipo seguía tocando la misma canción una y otra vez.

Julieta se quedó dormida y ahora sueña. Sueña con un campo de tulipanes rojos, sueña con que entra el sol por su ventana, sueña con que anda en la misma bicicleta que Audrey Tautou en Amélie por las calles en blanco y negro, el viento le hace volar el pelo a medida que aumenta la velocidad, la luz solar se refleja en los rayos de las ruedas que giran sin parar nunca. Julieta ríe, por primera vez los caminos se cruzan y todo tiene sentido, “Nada puede detenerme ahora”, piensa mientras los niños juegan en el parque. Ellos le sonríen y ella les responde con un beso al aire. La idea es llegar lejos, muy lejos, allá donde los pájaros indican el camino, pero este no termina jamás.

El teléfono suena todo el día, pero Julieta no contesta, porque disfruta de un sueño eterno, todo como una película en blanco y negro. Lejos…el mejor sueño de su vida.

FIN




1 comentario:

  1. Interesante apologia.
    No cabe duda de que esta pasando por un "exelente momento."
    Por lo menos tiene plata pa pagarse un pasaje en avion.
    Saludos.

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