Influencias

viernes, 29 de junio de 2012

Philharmonics - Agnes Obel.mp3



El anciano Alberto viajó desde muy lejos para encontrar a su hija, desaparecida hace ya muchos años. Haciendo caso omiso a los consejos de su médico, gastó todos sus ahorros en tickets de avión y detectives privados, sin ningún resultado.

Un día las pistas lo llevaron a Islandia. La policía le indicó sobre una extranjera que vivía hace algunos años en las montañas y cuya descripción era similar a la de su pariente. Alberto se lamentó de que esta no era la primera vez que lograba saber algo de Inés, pero siempre que estaba cerca de alcanzarla, ella desaparecía con el viento.

"Hay gente que simplemente no quiere ser encontrada", le comentó el policía en un perfecto inglés, pero sin una mínima cuota de empatía por el anciano que recorría el mundo buscando a su primogénita desaparecida hace más de diez años.

El comentario le hizo desconfiar de los investigadores y decidió buscar por sí mismo. Después de unos días y con la ayuda de un guía local, llegó al lago más importante del país, pero también el más solitario. La leyenda decía que en ese lugar, las personas que no han sido buenas en su vida pueden ver el reflejo de sus peores pesadillas. Pero él siempre se jactó de no creer en ese tipo de estupideces, él era un científico, o al menos quizo serlo alguna vez.

Se quedó a pasar la noche en medio de unos árboles cuando creyó escuchar unos sonidos en la nieve. No podía creer que sus ojos estuvieran viendo a Inés de 19 años, cuando debería tener más de treinta. Parecía estar amarrándose los cordones de sus zapatos.

- ¡INÉS, HIJA TE ENCONTRÉ! -Gritó el viejo, emocionado, sin darse cuenta de que ella en realidad tenía una piedra atada con un cordel a su tobillo derecho.

La chica se puso de pie y lo quedó mirando fijo, pero su rostro permaneció incólume y su boca permaneció cerrada como una tumba.

Alberto intentó aproximarse, sin poder contener su alegría, pensaba que estaba soñando. Cuando estaba a un milímetro de tocar el brazo de Inés, ella saltó al agua y comenzó a perderse en las profundidades del lago. Él pensó en saltar a rescatarla, pero luego de unos segundos su cuerpo había desaparecido por completo.

A la semana siguiente, el viejo volvió a la ciudad y no le dio importancia a su pesadilla. Cuando llegó al edificio de la policía, uno de los funcionarios le informó que habían encontrado unos restos óseos en la zona más inhóspita del país y según los documentos encontrados y el informe forense indicaron que se trataba de Inés. Según el documento, la causa de muerte fue asfixia por inmersión.