Influencias

miércoles, 8 de agosto de 2012

Falling, catching - Agnes Obel.mp3



Siempre pensé que cuando tuviera una hija, se llamaría Amparo o Emilia. Si tuviera un niño, se llamaría Vicente. A veces siento que me gustaría tener a los tres. No tengo idea si se parecerían a mi, a otra persona o a alguien de mi familia, como mi hermana.

Tal vez nunca lo sepa, así como se viene el futuro, sin casa, sin trabajo, sin aire para respirar, sin agua para beber y ni un sólo centímetro cúbico libre de basura; a veces pienso que tener un hijo en este mundo es irresponsable.

Algunos me dirán: "son las futuras generaciones las que van a cambiar el sistema", y yo me pregunto ¿por qué dejarles esa tremenda carga a ellos? Considero que es una excusa demasiado barata para justificar un deseo tan profundo, que al mismo tiempo es tan egoísta.

Mis padres me trajeron al mundo para delegarme la misma responsabilidad, sin embargo, nunca fui capaz de cambiar nada.  Entonces, ¿por qué mis hijos tendrían que pagar los platos rotos por mi inoperancia?

Por otro lado, fui educada para tener una carrera y ser una mujer "independiente" (es tan difícil serlo cuando tienes que pasar la vida buscando la aprobación de un jefe, o cuando tienes que quedarte en la oficina hasta las 11 de la noche preparando informes). Se supone que así sería mi camino a la felicidad.

Lo que el sistema nunca a podido entender es que la felicidad no está hecha de cheques restaurant, ni de viáticos, ni de bonos de fin de año. Hay cosas que no se pueden compensar con un ascenso, ¡ni siquiera uno que incluya aumento de sueldo!

Si tuviera la suerte de tener hijos, creo que nada reemplazaría la vida en el campo, sin nanas, sin oficinas, sin reuniones, sin colegios ni profesores exitistas, con largos paseos en la mañana, visitas al río escuchando el sonido de las hojas que cuelgan de los árboles.

En este mundo hay gente que vive de amor y de agua fresca. Nosotros viviríamos de juegos, galletas recién salidas del horno, de excursiones, de locuras y de risas; aún cuando tuviera que disfrutar de todo eso sola, es imposible compartir la paternidad con alguien que es incapaz de comprenderla.

A veces me mata la curiosidad por saber cómo serían mis hijos. Tal vez tendrían el humor de mi hermana, el carácter de mi madre o mis propios defectos. Puede que nunca lo sepa... Así como se viene el futuro, tal vez nunca tenga la oportunidad de conocerlos.