Influencias

sábado, 14 de diciembre de 2013

Silvina Guzmán Villamil

Esta historia la escribí escuchando la canción Cosmic Dancer de T. Rex.

Anoche, mientras intentaba dormir, alguien deslizó un sobre verde dirigido a Silvina. Lo tomé y lo puse encima de su escritorio. Confieso que me estaba matando la curiosidad por saber de qué se trataba, pero también tenía miedo de que la misiva tuviera más que ver conmigo que con ella y no quería poner en peligro a mis nuevos amigos.

Seguí leyendo El Guardián entre el Centeno de Salinger, hasta que salieron los rayos del sol. De pronto siento unos pasos que se aproximan desde el corredor.

- ¡BUEN DÍA! Saluda Silvina con su entusiasmo característico. A veces pienso que debería tomar más conciencia de los decibeles que utiliza.

Se amarra su largo pelo rubio en una cola de caballo y se prepara una taza de café negro sin azúcar ni endulzante, como todas las mañanas, al menos desde que estoy aquí. Abre el refrigerador y se lamenta porque se acabó el dulce de leche.

Se sienta a la mesa e inhala el vapor que sale de la taza para sentir la intensidad del aroma entrar por su nariz en todo su esplendor. Siempre con los ojos cerrados y una gran sonrisa. Cuando hace ese gesto me recuerda a Leticia Brédice.

De pronto despierta de su ensueño cafetero y me pregunta si he visto a Björn.

- Creo que está en el baño. Le contesté.

Se dirigió a la puerta del mismo y preguntó:

- Einarsson, ¿estás ahí?

- Sí, ¿por qué?

- ¡Apurate, que quiero hacer pis!

Björn sale del baño todo mojado y con la toalla en la cintura, para que Silvina pueda orinar. 

Vuelve al salón y revisa los papeles de su escritorio, encuentra el sobre verde, mientras lee su contenido veo como algo en ella se desmorona. Sigue leyendo a medida que camina por el pasillo y se encierra en su cuarto.

Pasa media hora... Dos horas y Silvina no sale.

- Silvina, ¿estás bien?, ¿quieres que te traiga algo de la cocina? Björn está preparando el almuerzo, ¿no vas a venir? -le pregunto y la escucho llorar del otro lado de la puerta.

Yo puse los platos sobre la mesa, mientras Björn trataba de convencer a Silvina para comer. Pasó tanto tiempo encerrado conversando con ella, que yo me quedé dormida en el sillón y las milanesas se enfriaron en la sartén.

 Luego de varios días de insomnio por fin estaba logrando tener un sueño cuando ella misma me despertó.

- Tengo ganas de salir un rato, ¿me acompañás al bar de la esquina?

- ¿Ahora?

- Sí, ahora -me responde ella, como una niña que no aguanta las ganas de revelar un secreto- Necesito hablar con alguien. ¿Puedo confiar en vos?

- Sí, sí. Vamos.

Me encojo de hombros, porque lo mío no es entablar lazos de amistad tan profundos. No es que me sea indiferente... Es que no sé cómo hacerlo. Me cuesta mucho trabajo confiar en la gente.

Nos pusimos los abrigos y bajamos la escalera del edificio sigilosamente. En este mundo lo más importante es no llamar la atención. Más que un rasgo cultural, es una medida de seguridad. Los centinelas están en todas partes y pueden aparecer en cualquier momento.

Llegamos al bar y nos sentamos en la mesa que está más al fondo, donde no hay tanto ruido. Silvina pidió un Fernet y yo un jugo de naranja. Estoy segura de que quiere hablarme de ese misterioso mensaje.

- Parece que ese sobre te afectó -dije yo, para iniciar la conversación.

- Es una carta de la familia de mi padre. Es para contarme que el viejo murió.

- Que pena, lo siento mucho...

- No te preocupes, no éramos tan cercanos. Falleció hace un par de días en el hospital. Tenía cáncer al pulmón, no lo pudieron atajar a tiempo e hizo metástasis. Y qué querés, ¡si se fumaba dos paquetes de cigarrillos al día!

Sus otros hijos me escribieron para contarme los detalles del funeral y del entierro, por si tenía ganas de ir.

- ¿Lo vas a hacer?

- No sé todavía, es muy complicado.

- ¿Se llevaban mal, te hizo algo?

- No, o sea... Nos llevábamos, por decirlo de alguna manera. En realidad lo conocí muy poco, ¿viste? Él nos abandonó a mi y a mi mamá cuando yo era chiquita.
Cuando ella se embarazó, él se hizo responsable y estuvo ahí, pero bajo ciertas condiciones... Mis abuelos no podían enterarse de mi existencia.

Eso a mi vieja le rompía las pelotas, porque él pensaba que dándome el apellido ya estaba haciendo un acto de grandeza por el que merecía un monumento en la plaza mayor, ¿viste?

Un día ella lo enfrentó, le dijo que sería ser un padre, tenía que serlo en un 100 por ciento, como corresponde, pero no así negándome delante de todo el mundo. Él le confesó que no podía, que su mamá estaba enferma, que le iban a quitar la mesada, el carro y todos los privilegios de niño rico malcriado. Así que mi vieja lo mandó bien a la mierda.

- ¿Crees que estuvo bien lo que hizo tu mamá? -Le pregunto yo.

- Totalmente... ¡Totalmente! Él no mostraba verdadero interés ni por ella ni por mi, siempre buscaba una excusa tras otra para no reconocer que tenía una hija por fuera. Pero eso lo asimilé mucho más tarde...

Mi mamá cortó todo contacto con él y nos fuimos a vivir a la Argentina. Allá crecí y fui a la escuela.

- Yo pensaba que eras argentina...

- Sí, o sea, mi vieja es Argentina, de Salta. Yo nací en Chile, tengo documentos chilenos y todo, porque mi papá es chileno, pero crecí en Rosario.

- ¿Qué pasó después?

- Cuando entré a la escuela me sentía como bicho raro, porque la mitad o más de la mitad de mi clase eran hijos de padres separados o divorciados, pero a la salida igual el padre los iba a buscar, paseaba con ellos, les compraba un helado y les ayudaba a hacer las tareas.

A medida que fui creciendo, me empecé a cuestionar por qué yo no tenía eso y le empecé a preguntar a mi mamá.

- ¿Ella no rehizo su vida, no encontró otra pareja?

- No. Ella prefirió quedarse sola. Por elección propia. Igual yo la entiendo, tuvo una mala experiencia con un tipo y nunca más quiso saber nada con los hombres. No pudo confiar. Encima que estaba sola, con una niña y su familia no la apoyó mucho tampoco. Al final, ella se dedicó a criarme y a trabajar como loca. No la culpo para nada, si es eso lo que querés saber...

Es más, yo pienso que mi madre fue una mujer valiente, ¿sabes? No se rebajó a rogarle a mi viejo por dos mangos de pensión alimenticia. Se enfrentó a todo ese discurso tradicionalista de "cómo eres capaz de dejar a la nena sin padre", "pobrecita, va a crecer sin una figura paterna", y todas esas fracesitas prefabricadas que sólo pueden salir de la boca de un boludo.

Además, me sacó de un país en el que yo no iba a tener ninguna oportunidad. Imagínate que mi certificado de nacimiento dice "hija ilegítima", ya con eso empezamos mal.

Argentina no es un país perfecto, lejos de eso. Pero allá pude ir a la universidad y hacer lo que me gusta, sin tener que hipotecar la casa de mi mamá y endeudarme hasta la otra vida.

Con lo que cuesta ir a la universidad en Chile, habría tenido que terminar la secundaria y pasar directo a esos "trabajos basura" en centros de llamados o vendiendo cualquier mierda en el centro comercial.

Entonces, tú comprenderás que yo no puedo condenar a mi madre... Al contrario, ella me sacó adelante como PUDO. Hasta tuvo que rogarle a un juez para poder sacarme de Chile sin la firma de padre. Le demostró que él sólo me había dado el apellido y nada más, y lo hizo porque consideró que en Argentina iba a tener un futuro mucho mejor.

- ¿Nunca tuviste curiosidad de conocerlo? -La interrumpo yo.

- Y sí... Cuando era adolescente, lo contacté. Necesitaba verle la cara, ver si yo tenía algo de él o no, saber si era una persona real y no ente abstracto. Me mandó un billete de avión para ir a Santiago. Mi vieja me llevó de Rosario a Buenos Aires y yo sentía que iba a explotar en cualquier momento. En el aeropuerto de Ezeiza pensé que se me iba a salir el corazón por la boca.

Llegó la hora de embarcar, mi madre me abrazó y me dijo al oído que en Chile iba a aprender una lección muy importante. En ese momento no entendí lo que quiso decir, me di cuenta años después.

Cuando llegué a Santiago todo fue re simpático, ¿viste? Mi padre me fue a buscar al aeropuerto y de inmediato hubo mucha química. Los dos estábamos nerviosos, como en una cita a ciegas, porque eso era en el fondo: ir a encontrarme con un completo desconocido para ver si teníamos cosas en común. No sabía si saludarlo de beso en la mejillas o con un apretón de manos. Lo primero que me impresionó fue su sentido del humor. Tenía un chiste o una broma a flor de labios todo el día.

Durante dos semanas me llevó a comer a un restorán típico, a conocer el centro de la ciudad, al zoológico, pasear por los parques, tomar helados... Todas esas cosas que se supone que hacen los padres con sus hijos cuando están chiquitos, pero yo recién lo estaba experimentando a los 17 años.

- ¿Lo disfrutaste?

- Me trató bien, pero de todas formas yo lo seguía sintiendo como un extraño. A pesar de tener cierto parecido físico, sobre todo en los gestos, pero en las cosas que importaban no teníamos realmente nada en común. Él era fanático de Alan Parsons, en cambio a mi me gustan Los Redondos de Ricota, Fabiana Cantilo y Juana Molina.

- Te gustó el país, al menos...

- No tanto... O sea, el centro de Santiago es simpático, podés subir a los cerros que son re turísticos, podés ir al mercado a comer mariscos... Del casco histórico ya no queda nada. Él me explicaba que las constructoras se hicieron montón de guita echando abajo la arquitectura de influencia europea del siglo XIX para construir unos bloques de departamentos de veinte pisos, todos cuadrados, grises y feos donde la gente se endeuda y vive con la mujer y los pibes en 35 metros cuadrados. Tenés otro bebé y lo tenés que meter en el baño porque ya no hay más espacio. En eso yo no cambio Buenos Aires.

- ¿Él te hablaba de todas esas cosas?

- Sí, y de política también. De eso no recuerdo mucho, porque al parecer era un quilombo. Me preguntaba por mi vida, si iba a la escuela, si tenía amigos, si tenía novio... Me dijo que tenía que cuidarme y usar siempre condón, porque después me podía arrepentir. Supongo que hablaba por experiencia propia... Las típicas boludeces que le preguntás a una adolescente para entablar una conversación.


- ¿Y luego?

- Lo que duró mi estadía en Chile, salíamos todos los días, nos llamábamos por teléfono, me contaba chistes... Me hacía reír un montón. Pero mi viaje terminó y tenía que volver a mi vida normal en Rosario. Cuando mi mamá me encontró en el aeropuerto, me abrazó con los ojos llenos de lágrimas pero no me dijo nada. En el carro hablamos puras pavadas.

Los meses que siguieron, hablaba con mi viejo por Skype cuando volvía de la escuela, yo le enseñé a usarlo.

Un día no se conectó... Ni el siguiente, ni el siguiente... Hasta que un día apareció para explicarme que no podía hablar más conmigo. Su esposa, la señora que conoció después de mi mamá, le armó un quilombo y lo obligó a elegir entre "su verdadera familia" o yo.

Yo estaba destrozada... Por primera vez en mi vida experimentaba lo que es tener un padre y ahora lo volvía a perder. Mi vieja me abrazaba y sólo atinó a decirme que uno debe tener cuidado con lo que desea, porque luego se cumple y viene la hora de afrontar las consecuencias.

¡Tenía tanta rabia! Contra el mundo, contra mi padre, contra su esposa... Después entré a estudiar psicología en la Universidad de Buenos Aires, y en los talleres grupales fui procesando mi historia, mis vacíos, mis dudas existenciales... Luego hice las prácticas clínicas en una institución psiquiátrica, un lugar bien feo donde los enfermeros hacían lo que querían con los pacientes y a nadie le importaba.

Ahí trabajé con esquizofrénicos, alcohólicos y depresivos, también con adictos a las drogas. Me tocaba asistir como oyente a las sesiones de terapia con los familiares, con los padres y los hermanos.

Y me di cuenta de que tener una figura paterna en tu vida, en realidad no garantiza nada. Descubrí que a pesar de ser hija de madre soltera y no deseada por mi padre, igual estaba de pie, que sin figura masculina presente igual había logrado construirme a mí misma, ser una chica madura, con metas, que estaba estudiando una carrera en la universidad; mientras que otros sí lo tuvieron y sus vidas eran una cagada. Entonces, dejé de auto-compadecerme y decidí que el hecho de no haber tenido padre no me convertía por defecto en una persona "incompleta".

Recuerdo que volvía a mi casa, después de las prácticas y me agarraba la cabeza, no podía entender por qué toda la vida la sociedad me hizo sentir que yo era "distinta", siendo que en el Neuro veía padres que eran alcohólicos, que le pegaban a la mujer, que torturaban o violaban a los niños o que pagaban para que los médicos le "arreglaran" al hijo, pero ellos se mantenían al margen del proceso de terapia.

En cualquier escuela de psicología te van a enseñar que el padre es tan importante como la madre en el proceso de desarrollo emocional y afectivo del niño, pero con el alcance de que un mal modelo de paternidad puede hacer incluso más daño que no tener padre.

Unos años después me titulé y gané una beca para hacer un master en Suiza. Aquí conocí a Einarsson, totalmente consciente de que yo en él espero encontrar una pareja y no el sucedáneo de una figura paterna.

El mesero se acerca y nos indica que ya van a cerrar. Pagamos la cuenta y volvemos caminando al departamento, totalmente en silencio.

Nota: los nombres y hechos utilizados en esta historia no tienen ninguna relación con la realidad. 

Dedicado a todas las "Silvinas" que dan vueltas por el mundo.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Cómo vencer el bloqueo de la página en blanco

En algún momento de nuestras vidas, los escritores nos enfrentamos al problema del bloqueo de la hoja en blanco. No se nos ocurre nada de nada por distintos factores: vida familiar/social, estudios, responsabilidades laborales y un montón que no terminaríamos de enumerar.

Creo que lo importante es encontrar lo que mueve a cada uno. En mi caso, yo descubrí que mis mejores historias se me ocurren cuando escucho canciones específicas. Por ejemplo, ya sé que el final de mi historia sobre la rebelión silenciosa* la voy a escribir escuchando Home de Depeche Mode una y otra vez, porque sé que es LA canción que me producirá todas las emociones que necesito para crear ese final.

A veces me pasa también que estoy escribiendo y digo "si algún día logro vender mi historia a algún estudio de Hollywood, negociaría el contrato para incluir tal y tal canción en el soundtrack".

¿Y ustedes cómo lo hacen para vencer a la página en blanco y volver a escribir?

*Nombre tentativo de la novela. Aún no tiene nombre definitivo.

El Plan de los Celtas

Domingo 9 de noviembre de 2313
(Una semana más tarde)

Durante el día, la actividad del bar estuvo más bien tranquila. Pero al bajar el sol, el local comenzó a llenarse de gente de lo más diversa. Se nota a simple vista que no son brasileños. Todos visten ropas muy coloridas, algunos hombres usaban kilt y las mujeres llevaban sombreros muy vanguardistas. Adam se rió cuando le expliqué que prefería esconderme en la bodega y me dijo "tranquila, no te van a hacer nada. Sólo son Celtas".

Me siento en la mesa del último rincón, con una libreta para escribir mis pensamientos. Necesito procesar todo lo que ha pasado estos últimos meses. De pronto alguien apaga la luz y encienden unas velas pequeñas en cada mesa. Les reclamo porque necesito luz para escribir, pero me explican que no deben llamar la atención desde afuera, a causa del nuevo decreto que prohíbe la reunión de más de dos personas en espacios públicos y privados.

Los celtas ocupan todas las mesas, cantan canciones a viva voz y palmotean en las mesas cuando llegan las botellas de Cidra. Las botellas de Whisky, por su parte, ameritan los aplausos del público. Algunos más exquisitos ordenan Lambig, Chouchen o Aguardiente de manzana. 

Un señor muy gordo de unos sesenta años comenzó a toser para llamar la atención de los asistentes y la señora que estaba a su lado golpeaba una copa con el tenedor para alcanzar el mismo objetivo. El salón queda en absoluto silencio.

- Buenas noches, espero que todos estén aquí y que hayan tenido un buen viaje. Para evitar llamar la atención, vamos a tratar de que esta reunión sea lo más breve posible, considerando los riesgos que se corren. No nos gustaría lamentar otra pérdida como las que ya hemos tenido que soportar este último año.

Tengo en mi poder los resultados de las elecciones realizadas en nuestra precedente reunión. Les recuerdo que es un representante por cada nación celta. Las personas escogidas son las siguientes, les pido por favor que se pongan de pie.

En Bretaña tenemos a Sir Elven Le Blevennec, doctor en Lenguas Célticas. Director del programa de Lenguas Célticas de la Universidad Rennes 2, Francia.

Irlanda, Coleen O'Doherty, PhD en Química y Ciencias del Medio Ambiente. Profesora titular de la universidad de Limerick.

Cornwall, Derek Carlisle, PhD en Artes aplicadas. Profesor titular de la universidad de Falmouth.


Escocia, Neil MacKinnon, PhD en Cultura Celta y Cultura Escocesa. Investigador de la universidad de Edimburgo.

Gales, Edana Argall, PhD en Astronomía y Astrofísica. Profesora titular e investigadora de la universidad de Cardiff.

Isla de Man, Oran Shimmin, PhD en Sociología, especialista en Flujos Migratorios. Investigador de la Universidad de Brasilia.

Asturias, Gaitán Alcaraz, doctor en Género y Diversidad, universidad de Oviedo, España.

Los profesores se saludan de un apretón de manos y ocupan la mesa central que estaba vacía, como si estuviera reservada para ellos desde un comienzo.

- Vamos a continuar con la reunión. Esta noche dejaremos de lado la discusión sobre la formación de una federación celta para tocar un tema aún más urgente y más importante... Como todos ustedes saben, en los últimos doce meses han desaparecido muchas personas en distintas partes del globo, curiosamente se trata de disidentes al actual régimen imperial. Entre ellos muchos de nuestros hermanos celtas, pero también chinos, coreanos del norte, iraníes y latinos.

El problema es que no hay como demostrarlo. Según los medios de comunicación y las estadísticas oficiales, se trata de accidentes de tráfico, pero ¿tantos?

- ¡YO PUEDO ASEGURARLE QUE NO SE TRATA DE SIMPLES ACCIDENTES, SEÑOR...! No conozco su nombre...

- ¡Brennus!

- Señor Brennus, yo sé lo que hace el Imperio. Más específicamente, lo que hace la SGSIP

- ¿Y cómo podrías saberlo tú, niña?

- Porque yo he vivido en el Imperio toda mi vida. Yo sé cuáles son los planes de Van der Vogen, señor Brennus.

- Cómo podrías saber tú todo eso, querida... El Palacio de Cristal es una fortaleza construida sobre una isla artificial donde se supone que estuvo Atlantis. ¡Entrar y salir de ahí sin ser visto es imposible! Exclamó la anciana, dejando entrever una larga trenza roja ocultada por su elegante sombrero.

- Doctora O'Doherty... Yo soy Elinor Videla.

Todos en la sala se dan vuelta a mirarme y alguien deja caer un vaso que se quebró en mil pedazos, monopolizando la capacidad acústica del salón.

Adam les contó quien era yo, como llegué hasta su bar, luego yo relaté todo lo que había visto en el Palacio de Cristal y los planes de Holger.

- Yo soy la primera en la línea de sucesión al trono. La familia de Holger Van der Vogen convenció a mi padre para casarme a la fuerza para encerrarme en una institución psiquiátrica y quedarse él en el poder y quedarse con la fortuna familiar. Estoy totalmente segura de que los desaparecidos del último año son su responsabilidad y existe la forma de demostrarlo.

- ¿Cómo? Preguntaron los dirigentes del Consejo Celta en coro.

- Es la pregunta que estaba esperando... Toda la información debe estar en el disco duro de Holger Van der Vogen, con un pequeño alcance... Todos sabemos que los discos duros físicos dejaron de utilizarse hace más de 150 años, no obstante, toda esa información debe encontrarse bien resguardada en alguna parte, y la respuesta es... LA NUBE. Expliqué, apuntando al cielo con mi dedo índice.

Si logramos descargar esa información en un respaldo físico, tendríamos las pruebas que necesitamos para convencer a los disidentes del mundo de que la única manera de cambiar este régimen y derrotar a Van der Vogen es unirse y rebelarse.

- ¡Pero eso es revolucionario! Además, no podríamos hackear los servidores de la SGSIP, seríamos detectados inmediatamente y se activarían todos los dispositivos de seguridad...

- No si lo hacemos desde la misma SGSIP, doctora Argall. Si uno de nosotros se hace pasar por un funcionario de la Secretaría, no despertaría ninguna sospecha, o bien, esto sucedería cuando ya sea demasiado tarde.

- Ninguno de nosotros tiene conocimientos tan avanzados en informática. Replicó el doctor Carlisle.

- Nosotros no, pero conozco a la única persona capaz de hacer este trabajo. Dije dirigiéndome a todos.

- Y esa persona es Björn Einarsson. Aseveró Adam.

- Les propongo ejecutar el plan. Ir a la SGSIP, robar la información del servidor junto al señor Einarsson y traerla en un disco duro. No va a ser fácil, pero es necesario.

- No estoy de acuerdo. Señaló el doctor MacKinnon. Como Consejo Celta y la comunidad agradecemos su buena disposición, pero usted es parte de la familia imperial y no comprendo por qué usted querría ir en contra del gobierno impuesto a través de décadas por su propia familia.

- Créame, doctor MacKinnon. Nadie más que yo desea tanto darle una buena lección al maldito de Van der “Verga” y para mi la familia es un concepto muy relativo.

- Es una misión demasiado peligrosa... Además, usted es buscada en todo el mundo. Replicó Le Blevennec.

- Pero usted sabrá que como ya no tengo chip de identificación, no puedo ser rastreada por GPS ni a través de la señal WI-FI. Para ser encontrada, alguien tendría que reconocer mis rasgos.

- De todas maneras no podría viajar, al ser usted una paria, no pasaría los controles de inmigración de ningún aeropuerto. Me recordó él.

- Ya pensé en ese problema y la solución es que el señor Einarsson me implante un nuevo chip con una identidad falsa.

- En ese caso, prefiero acompañarlos. Como dije antes, es una decisión demasiado peligrosa, nosotros no conocemos al señor Einarsson y a usted no la creo capaz de golpear a un policía si necesita defenderse. Afirmó Sir Elven.

- Si me permite el comentario, doctor Le Blevennec, suponer que la señorita necesita un guardaespaldas, alguien que la proteja sólo por ser mujer es un prejuicio de género. Espetó Gaitán Alcaraz, mientras Sir Elven se ponía rojo de vergüenza.

- Como usted lo prefiera, doctor Le Blevennec. Esa fue mi respuesta.

- Me temo que si nadie en el Consejo Celta y en la sala se oponen a la proposición de Su Serenidad, la princesa Elinor Videla, damos por terminada la sesión de esta noche. Concluyó el señor Brennus.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

La Rebelión Silenciosa


Lunes 3 de noviembre de 2313

Granada, España

Como todos los días, Holger Van der Vogen fue el primero en llegar a su oficina. Su secretaría ya había dejado sobre el escritorio una pequeña bandeja con su taza de café expresso, unas tostadas, el frasco de Nutella y de mantequilla de maní.

El gran ventanal que se encuentra a sus espaldas da hacia la Plaza Nueva de Granada, ciudad que el secretario general de seguridad interior e inteligencia planetaria escogió para establecer su cuartel general, con la venia del emperador Eduardo Videla Stroessner.

España no era un lugar estratégico para instalar dicha institución pública. Es el único capricho que Van der Vogen exigió cuando dejó su puesto disponible en la Dirección de Gendarmería Planetaria.

El obispo Cienfuegos le entrega un porta-documentos que contiene el extracto del Diario Oficial que habla de la entrada en vigencia de la Ley n°56783XC que modifica el código penal planetario y que considera como "atentados contra la autoridad" los ataques en contra de las fuerzas de orden, como la policía y los militares, documento conocido como "Ley Van der Vogen".

Además, hoy mismo debía firmar el decreto ministerial que entrará en vigencia el mes siguiente y que proscribe los partidos políticos, la libertad de reunión y la libertad de expresión.

Con este decreto, todos los medios de comunicación masiva serán expropiados y serán controlados directamente por la Secretaría General de Seguridad e Inteligencia Planetaria (SGSIP).

Ningún medio estará autorizado para publicar o transmitir absolutamente nada, a excepción de del Diario Oficial, el sitio web del Imperio y el Canal Planetario (estatal).

- Todo está saliendo como estaba previsto, mi buen amigo Cienfuegos... A partir de hoy entra en vigor el toque de queda que va a durar 8 meses. Dijo Van der Vogen a su amigo de infancia, mientras engullía sus tostadas y se lamía el pulgar de la mano derecha, cubierto en Nutella.

- Está rico, ¿no quieres un poco? Propuso Holger, acercando la bandeja a Manuel Cienguegos.

- No gracias, ya desayuné. El martes tienes audiencia con el Papa Gregorio. Respondió éste.


Praia da Joaquina
Florianópolis, Santa Catarina
Brasil

 (Foto: Rodrigo_Soldon)

Silvina y Björn están conscientes de que no pueden escapar atravezando el mundo toda la vida. Ambos son personas bastante lúcidas para darse cuenta de que tienen que encontrar un escondite para mi. Sin duda me están buscando en Suiza y en otras partes de Europa.

Björn recuerda que un viejo amigo de la universidad, aburrido de la nieve, del frío y de los días con sólo tres o cuatro horas de sol, dejó todo en Islandia para instalarse en Brasil y poner un bar donde también podría arrendar tablas de surf en la playa.

Adam Jónsdóttir es un tipo enérgico y alegre que junto a algunos vecinos logró construir una cabaña de madera que adaptó como un bar en una de las 43 playas de Florianópolis, en el sector de Lagoa da Conceição.

Nos recibió con una gentileza a la que yo AÚN no estoy acostumbrada a ver en un hombre. Nos sentamos los cuatro en una mesa y le cuento mi historia mientras bebemos una botella de vino.


- Soy Elinor. La hija mayor del emperador Eduardo Videla Stroessner y primera en la línea de sucesión al trono.

Trato de que mi tono sea pausado para que no se me quiebre la voz y relato todo lo que viví en el palacio de Cristal, el régimen alimenticio de Birgit, los planes de mi padre para casarme a la fuerza, cómo Holger me encerró en un hospital psiquiátrico en Suiza y cómo me escapé...

- Cómo... Espere un momento... ¿Su padre iba a casarla a la fuerza con Holger Van der "Verga"?

- Exactamente.

- ¿Cómo lo ha hecho hasta ahora para esconderse? Me imagino que deben  buscarla en cada rincón del mundo, su serenidad.

Entonces levanto la manga de mi blusa y la arremango para mostrarle mi cicatriz de diez centímetros.

- Björn me ayudó a sacarme el chip. Oficialmente soy una paria. Contesté.

- Increíble... Esta gente del Imperio está bien mal de la cabeza. Ok, puede esconderse en mi casa todo el tiempo que sea necesario senhorita. El bar "Três Marinheiros" está a su entera disposición, su serenidad.

- Adam, si eres tan amable, nada de formalidades imperiales conmigo y por favor, tutéame.

Björn y Silvina vuelven a Rosario, donde su madre.

sábado, 12 de octubre de 2013

La muerte de Holger Van Der Vogen

Sábado 8 de junio de 2314
Palacio de Cristal, ex Atlantis

Luego de la pelea de boxeo, Holger me persiguió por todo el palacio con su arma. Me atrapa por el cuello y me afirma contra la pared para tratar de asfixiarme.
- Bueno, vamos a dejar el jueguito hasta acá y vas a hacer exactamente lo que yo diga, ¿te queda claro?

    Con mi rodilla le doy un golpe en los testículos, luego una patada en el antebrazo y su revolver sale volando en el aire, mientras Holger se retuerce de dolor en el suelo. Aprovecho de darle una patada a la altura del estómago.

    Cuando el revolver aterriza, aprovecho de tomarlo y apunto a Holger a la distancia. Él se levanta del suelo con mucha dificultad y hace un gesto con la mano en señal de tregua.

    No quiero matarlo. Quiero decir... Mi corazón dice "este es el idiota que nunca te dejará vivir tranquila si lo dejas escapar", pero mi cabeza contradice y plantea que no vale la pena mancharse las manos con sangre, menos por un imbécil como Holger Van der Vogen, porque ni para eso vale la pena el pobre.

    ¡Si tan sólo pudiera concentrarme en un punto fijo! Pero, ¿cuál?, ¿la cabeza?, ¿el pecho?, ¿las bolas? Repito: no quiero matarlo, sólo voy a asustarlo un poco. Yo no soy la clase de persona que carga muertos en la consciencia.

    - Ya basta, Elinor. Somos personas adultas y civilizadas... Se acabó el juego, baja esa arma inmediatamente.
    - Lo dice alguien que hace diez minutos estaba tratando de ahorcarme...

    - Está bien, lo siento. Se me pasó la mano, ¿estás contenta ahora? Tienes que entender de una vez por todas que soy yo el que manda aquí.  

    - Escucha Holger, nunca más me vas a poner una mano encima. Nunca más EN TU VIDA. Otra cosa... Prefiero morir en la guillotina o secarme en la cárcel el resto de mi vida antes que casarme contigo. Ya tengo suficiente con que estés metido en mi familia y con tener que ver tu sucia, mentirosa, hipócrita, traidora y grasienta cara todos los días en este palacio.
      Él se acerca al borde de la fuente más grande.

      - Elinor, no seas ridícula... ¿No entiendes que te estoy haciendo un favor? Si no fueras la hija de un emperador, nadie querría casarse contigo. Nunca. En primer lugar, eres insoportable, tienes ideas muy raras en la cabeza. Segundo, no eres bonita. No eres fea tampoco, pero no eres nada increíble. Tercero, no te comportas como debería hacerlo una mujer. O sea, ¡mírate! Eres una marimacho. No me quiero casar contigo sólo por la posición y la fortuna de tu padre. Mi admiración hacia él es tan grande que si no puedo tenerlo como padre, al menos déjame tenerlo como suegro.

      - ¡Eres un hijo de puta, Holger Van der Verga! Lo eras a los 15 años, lo eres ahora y lo vas a ser SIEMPRE.

      - ¡NO TE METAS CON MI MADRE!

      Me meto con tu madre y con toda tu familia si se me da la gana, ya me sacaste de. Lástima que ella me caiga tan bien, no comprendo cómo alguien así puede tener un hijo tan imbécil. Lo peor es que no sé si echarle la culpa de eso a tu padre, a tu madre o a tus hermanas... ¡A todo el mundo!

      - ¡Vamos, Elinor! Creo que exageras un poco, yo no soy tan malo. ¿No crees que eres demasiado rencorosa?

      Sólo bastó que dijera eso para que volviera a apuntarlo con el revolver, directo al corazón. 

      - Sé razonable, Elinor. Baja esa pistola, no te atreverías a dispararla siempre has sido demasiado miedosa. Las manos te están temblando y tú no sabes usarla, vas a provocar un accidente... Todavía estás a tiempo para que saques el odio de tu corazón. El rencor no es bueno, tampoco la venganza, no es bueno para el alma...

      - Holger, si yo fuera tu, cerraría esa DESGRACIADA y MALNACIDA boca ahora mismo. Me utilizaste, me maltrataste, me golpeaste y me torturaste, así que tú no eres quien para venir a darme charlas de moral. Me vale madre tu discursito de poner la otra mejilla. Te puedes meter tus consejos de mierda bien en el orto...
      - ¡Uy, pero qué violenta! Elinor Videla... Tienes que olvidar lo que pasó ¡PORQUE ESO YA PASÓ!, ¡ES PASADO! , ¿dónde está tu perdón? No eres más que una loca de mierda.

      - Adios, Holger... Me tienes harta, me cansaste...
       Le disparo tres veces directo en el pecho y el sonido ensordecedor de las balas hacen que el mundo a mi alrededor desaparezca. Yo misma me sorprendo de mi puntería, creo que Portos estará orgulloso de mi, pero es cierto que he cruzado el límite, esa delgada línea divisoria que mete a unos en el cajón de la gente normal y a otros, en el lado de los criminales. De pronto, me transformo en todo lo que detesto, y para variar, a causa de Holger...

      Él cae de espalda en la gran fuente de cristal. Me siento en el borde, enciendo un cigarrillo y me lo fumo mientras él flota con los brazos extendidos y los ojos abiertos, el agua comienza a tornarse roja. Entonces, respondo a la última pregunta que hizo en vida:

      - "I'm a count, not a saint"* 

      Me gustaría decir que lo siento mucho por su familia, que estoy triste por su madre a quien sigo considerando una buena persona, por sus sobrinas, incluso por Birjit... Pero me cuesta tanto tener ese tipo de consideración con gente que jamás me mostró ningún respeto, ninguna consideración... ¿Eso me convierte en una mala persona? 

      Por más que lo intento, no me arrepiento de lo que acabo de hacer... Muere, Holger Van der Vogen, ándate de este mundo y llévate todas tus mentiras, todas tus manipulaciones y toda tu familia oportunista contigo.






      * "Soy un conde, no un santo" (Réplica de Jim Caviezel en la película El Conde de Montecristo).


       


      Para escribir esta historia me inspiré en Kill Bill 1 de Quentin Tarantino.