powered by ODEO
Amparo es despertada por un colega en la Sala de Personal, dispuesta en el primer piso del Hospital Barros Luco Trudeau. En la sección de Urgencia la apodaban "Las 27 horas de Amor", por su excesiva dedicación al trabajo. Era una mujer simple, de baja estatura, pero dentro del promedio nacional, ojos cafés y cabello oscuro. No daba lugar a la normal coquetería femenina, salía de su departamento de un ambiente con el atuendo propio de un médico. En el estacionamiento del hospital, se bajaba del auto con el estetoscopio puesto sobre el uniforme de Cirugía. Lista para la "acción".
La noche del 31 de diciembre era normal recibir ambulancias cargadas de víctimas de accidentes de tránsito en las condiciones más insólitas. "Mujer, anda a dormir, en un rato más no vas a valer un peso", pero Amparo sonrió e hizo caso omiso del consejo. Se levantó, metió su tarjeta a la máquina, presionó un par de botones y sacó un vaso de café con vainilla y espuma, como a ella le gustaba. "Es fin de año, no puedo dejarlos botados con tanta pega", sentenció, mientras el líquido le quemaba el borde de los labios.
Suena la sirena de una ambulancia que se acerca. Las puertas de Urgencia se abren con estrépito. Amparo sale de la sala de personal y en forma inmediata adopta su actitud de médico. "Hombre, 29 años, accidente de tránsito, en el viaje ha perdido mucha sangre, nombre de pila Rafael, sus documentos están en poder de carabineros", señalan los paramédicos ante el breve interrogatorio de Amparo.
En menos de cinco minutos el accidentado estaba lleno de tubos, jeringas y sondas. Estaba grave, pero sin examen de sangre no era bueno arriesgarse a una tranfusión sin conocer el grupo sanguíneo del paciente. Amparo aprovechó sus últimos segundos de conciencia para sacarle alguna información. A pesar de las heridas, su rostro le resultó conocido. Todo sucedió en cámara lenta.
- Rafael, soy la doctora González. Necesito saber tu nombre completo y algún número de teléfono para avisarle a tu familia.
- Rafael Vásquez... 7358871, llamen a mi mamá...
Fueron sus últimas palabras. Cerró los ojos y sus signos vitales comenzaron a debilitarse. Las manos de Amparo comenzaron a temblar, pero debía tomar una desición en menos de tres segundos: como mujer quería ahorcarlo con una sonda o inyectarle cianuro, tenía los medios y el poder para hacerlo. Como médico, su deber era salvarle la vida.
- Bernardita, tráme un litro de sangre de la reserva del banco y avísale a los parientes... ¡RÁPIDO! Espetó Amparo, mientras trataba de reanimar al accidentado, quien presentaba contusiones múltiples y heridas profundas, debido a un choque en la carretera, cerca de San Bernardo.
Logró terminar el procedimiento y mantener a Rafael en estado de gravedad, pero estable. Al día siguiente sería trasladado a la UCI. Salió del Pabellón, sacándose la mascarilla. En la sala de espera estaba María Inés.
- Amparito, cómo está mi niño...
- En estado de gravedad, pero estable. Tuvo un accidente y tiene varias contusiones y heridas profundas, causadas por el impacto con otro vehículo, pero va a estar bien. No se preocupe...
- No sabes cuánto te lo agradezco, mijita...
- No me lo agradezca, sólo cumplo con mi deber. Yo a usted le tengo mucho respeto, eso lo sabe. Dijo Amparo, en un tono muy serio.
Se encerró en el baño, se lavó la cara y se sentó en el suelo a llorar. En eso entró Ricardo, que venía saliendo de una Cirugía al Tórax.
- ¡Wachi, qué te pasó! exclamó él, sentándose junto a su amiga.
- Esta vida es muy irónica, Ricky... No aguanto más... se lamentó ella, llorando y riendo al mismo tiempo.
De pronto se abrió la puerta y entraron unas enfermeras que habían terminado el turno. Ambos las miraron y Ricky leyó el pensamiento de Amparo.
- Vamos a la cancha y conversamos, total ya terminé mi turno y tú llevas como tres de corrido...
Eran las cuatro de la mañana y ambos doctores caminaban del brazo por la cancha de fútbol.
- ¿Ahora sí, me puedes contar lo que te pasa?
Amparo respiró profundo, se enjugó las lágrimas y comenzó su relato.
- Te voy a contar una historia, Ricky... Hace muchos años había una niña de 16 años que se enamoró de un niño algo menor que ella en todo sentido. Pasado un tiempo, él se alejó, pero nunca especificó sus razones. Nunca tuvo la hombría de decir "no quiero seguir contigo", siempre dilatando... siempre dejando la duda, la incertidumbre... siempre dilatando...
Por otros medios ella se enteró de que él estaba con otra persona. Durante dos años esta niña se dedicó a estudiar para no pensar, sacó los mejores lugares del curso, pero no era feliz, no quería pensar... Un día ella abrió la puerta de su casa y él estaba ahí. "Te amo", "quiero volver contigo", de pronto él dijo las palabras mágicas, lo que ella siempre quiso escuchar.
Lo que ella no sabía era que todo se trataba de un plan macabro para sacarle celos a otra persona. Así que él se quedó con la otra persona, entró a una universidad mediocre y yo entré a la Escuela de Medicina... Ahora que lo pienso, para las relaciones de pareja tú debes ser mujer con todo lo que eso implica... El primer día de clases, cuando entré a mi primera clase de Anatomía, ese día renuncié a ser mujer; porque mi primera prioridad en la vida es ser médico, después soy hija, hermana, tía, sobrina, prima, amiga..., pero nunca mujer.
Si superé mi cuento o no, la verdad es que ni siquiera me di el tiempo de procesarlo. Me encerré en los libros, me refugié en la sala de Urgencias, porque pensé que todo se me olvidaría atendiendo a gente con problemas más grandes que los míos. Lo que uno no sabe es que esa necesidad de ayudar al otro en realidad es un grito desesperado para que te ayuden a ti. Es una limpieza de karma: "haz a otros lo que te gustaría que hicieran por ti".
Esta noche, Ricky... esta noche tuve la oportunidad de volver a ser mujer. Rafael se estaba desangrando y perfectamente pude dejarlo morir, estaba perdiendo mucha sangre, mucha sangre...
- ¿Qué hiciste?
- Las vueltas de la vida son muy irónicas... Su maldita vida de mierda estaba en mis manos y lo salvé. Yo hice un juramento, Ricardo, primero soy médico y después todo lo demás. No podía dejarlo morir.
- Pero me lo podrías haber pasado a mi...
- Estabas operando. Además, es un asunto que me correspondía resolver a mi.
- Negra, tú tienes un corazón gigante, una capacidad de amar tremenda... Si no te das la oportunidad de ser "mujer", como tú dices, te vas a desperdiciar...
- Yo ya no tengo esa capacidad, creo que la perdí.
- Un día vas a entrar a la sala de Urgencias y Jude Law te va a estar esperando de rodillas con un anillo.
- Jajajaja. Mira, Ricky. De todos los hombres con los que podría tener un proyecto de pareja tú eres el único que vale la pena. El problema es que eres homosexual.
- Ahhhhh, bueno, pero esos son detaaaalles, ajajajaja.
- Tonto, por eso te adoro...
La noche del 31 de diciembre era normal recibir ambulancias cargadas de víctimas de accidentes de tránsito en las condiciones más insólitas. "Mujer, anda a dormir, en un rato más no vas a valer un peso", pero Amparo sonrió e hizo caso omiso del consejo. Se levantó, metió su tarjeta a la máquina, presionó un par de botones y sacó un vaso de café con vainilla y espuma, como a ella le gustaba. "Es fin de año, no puedo dejarlos botados con tanta pega", sentenció, mientras el líquido le quemaba el borde de los labios.
Suena la sirena de una ambulancia que se acerca. Las puertas de Urgencia se abren con estrépito. Amparo sale de la sala de personal y en forma inmediata adopta su actitud de médico. "Hombre, 29 años, accidente de tránsito, en el viaje ha perdido mucha sangre, nombre de pila Rafael, sus documentos están en poder de carabineros", señalan los paramédicos ante el breve interrogatorio de Amparo.
En menos de cinco minutos el accidentado estaba lleno de tubos, jeringas y sondas. Estaba grave, pero sin examen de sangre no era bueno arriesgarse a una tranfusión sin conocer el grupo sanguíneo del paciente. Amparo aprovechó sus últimos segundos de conciencia para sacarle alguna información. A pesar de las heridas, su rostro le resultó conocido. Todo sucedió en cámara lenta.
- Rafael, soy la doctora González. Necesito saber tu nombre completo y algún número de teléfono para avisarle a tu familia.
- Rafael Vásquez... 7358871, llamen a mi mamá...
Fueron sus últimas palabras. Cerró los ojos y sus signos vitales comenzaron a debilitarse. Las manos de Amparo comenzaron a temblar, pero debía tomar una desición en menos de tres segundos: como mujer quería ahorcarlo con una sonda o inyectarle cianuro, tenía los medios y el poder para hacerlo. Como médico, su deber era salvarle la vida.
- Bernardita, tráme un litro de sangre de la reserva del banco y avísale a los parientes... ¡RÁPIDO! Espetó Amparo, mientras trataba de reanimar al accidentado, quien presentaba contusiones múltiples y heridas profundas, debido a un choque en la carretera, cerca de San Bernardo.
Logró terminar el procedimiento y mantener a Rafael en estado de gravedad, pero estable. Al día siguiente sería trasladado a la UCI. Salió del Pabellón, sacándose la mascarilla. En la sala de espera estaba María Inés.
- Amparito, cómo está mi niño...
- En estado de gravedad, pero estable. Tuvo un accidente y tiene varias contusiones y heridas profundas, causadas por el impacto con otro vehículo, pero va a estar bien. No se preocupe...
- No sabes cuánto te lo agradezco, mijita...
- No me lo agradezca, sólo cumplo con mi deber. Yo a usted le tengo mucho respeto, eso lo sabe. Dijo Amparo, en un tono muy serio.
Se encerró en el baño, se lavó la cara y se sentó en el suelo a llorar. En eso entró Ricardo, que venía saliendo de una Cirugía al Tórax.
- ¡Wachi, qué te pasó! exclamó él, sentándose junto a su amiga.
- Esta vida es muy irónica, Ricky... No aguanto más... se lamentó ella, llorando y riendo al mismo tiempo.
De pronto se abrió la puerta y entraron unas enfermeras que habían terminado el turno. Ambos las miraron y Ricky leyó el pensamiento de Amparo.
- Vamos a la cancha y conversamos, total ya terminé mi turno y tú llevas como tres de corrido...
Eran las cuatro de la mañana y ambos doctores caminaban del brazo por la cancha de fútbol.
- ¿Ahora sí, me puedes contar lo que te pasa?
Amparo respiró profundo, se enjugó las lágrimas y comenzó su relato.
- Te voy a contar una historia, Ricky... Hace muchos años había una niña de 16 años que se enamoró de un niño algo menor que ella en todo sentido. Pasado un tiempo, él se alejó, pero nunca especificó sus razones. Nunca tuvo la hombría de decir "no quiero seguir contigo", siempre dilatando... siempre dejando la duda, la incertidumbre... siempre dilatando...
Por otros medios ella se enteró de que él estaba con otra persona. Durante dos años esta niña se dedicó a estudiar para no pensar, sacó los mejores lugares del curso, pero no era feliz, no quería pensar... Un día ella abrió la puerta de su casa y él estaba ahí. "Te amo", "quiero volver contigo", de pronto él dijo las palabras mágicas, lo que ella siempre quiso escuchar.
Lo que ella no sabía era que todo se trataba de un plan macabro para sacarle celos a otra persona. Así que él se quedó con la otra persona, entró a una universidad mediocre y yo entré a la Escuela de Medicina... Ahora que lo pienso, para las relaciones de pareja tú debes ser mujer con todo lo que eso implica... El primer día de clases, cuando entré a mi primera clase de Anatomía, ese día renuncié a ser mujer; porque mi primera prioridad en la vida es ser médico, después soy hija, hermana, tía, sobrina, prima, amiga..., pero nunca mujer.
Si superé mi cuento o no, la verdad es que ni siquiera me di el tiempo de procesarlo. Me encerré en los libros, me refugié en la sala de Urgencias, porque pensé que todo se me olvidaría atendiendo a gente con problemas más grandes que los míos. Lo que uno no sabe es que esa necesidad de ayudar al otro en realidad es un grito desesperado para que te ayuden a ti. Es una limpieza de karma: "haz a otros lo que te gustaría que hicieran por ti".
Esta noche, Ricky... esta noche tuve la oportunidad de volver a ser mujer. Rafael se estaba desangrando y perfectamente pude dejarlo morir, estaba perdiendo mucha sangre, mucha sangre...
- ¿Qué hiciste?
- Las vueltas de la vida son muy irónicas... Su maldita vida de mierda estaba en mis manos y lo salvé. Yo hice un juramento, Ricardo, primero soy médico y después todo lo demás. No podía dejarlo morir.
- Pero me lo podrías haber pasado a mi...
- Estabas operando. Además, es un asunto que me correspondía resolver a mi.
- Negra, tú tienes un corazón gigante, una capacidad de amar tremenda... Si no te das la oportunidad de ser "mujer", como tú dices, te vas a desperdiciar...
- Yo ya no tengo esa capacidad, creo que la perdí.
- Un día vas a entrar a la sala de Urgencias y Jude Law te va a estar esperando de rodillas con un anillo.
- Jajajaja. Mira, Ricky. De todos los hombres con los que podría tener un proyecto de pareja tú eres el único que vale la pena. El problema es que eres homosexual.
- Ahhhhh, bueno, pero esos son detaaaalles, ajajajaja.
- Tonto, por eso te adoro...
me encantó amiga!!
ResponderBorrarno se por que me suena a conversaciones pasadas...
un besito y un abrazo...
aca todo se me está cayendo a pedazos.
Bonita historia...
ResponderBorrarQueria desearte un Feliz 2008, espero que te traiga todos esos sueños anhelados..
Un besito y una estrella.
Mar
Los hombres gay van en alza. No es primera vez que leo que son el perfecto amigo de una mina. Pa' mí, sigue siendo un mito. Un mito más fuerte, pero un mito al fin.
ResponderBorrarme encanta como escribes...
ResponderBorrarlas vueltas de la vida, hermosa historia me encantó, un poco triste e irónica como la vida misma... los mejores deseos para el 2008, que esté cargado de buenas cosas y felicidad, que disfrutes con la gente que amas y logres todos tus proyectos, cariños mil
ResponderBorrarHola julieta.
ResponderBorrarPaso a saludarte y desearte que tengas un buen 2008.
que te salga todo de maravilla.
saludos y nos leemos.
Dani
En esta oportunidad solo vine a desearte un muy feliz año 2008 para ti y todos tus seres queridos.
ResponderBorraratte.
Marcelo
ay prima, como sabi si me llega a pasar :/ xD asi unas espectativas, capaz qe ni me case xD
ResponderBorrarbesitos y cuidate *.*
Cami*
wena historia...
ResponderBorraraunque ya me la sabia con otra escena verdad...
oye quede colgada en algunos detalles
pero ya con más calma los hablamos...
besotes
jajajajajajaja qué imaginación. Esas cosas pasan, qué se le pude hacer.
ResponderBorrarSaludos amiguita, feliz año también para ti.
Nos seguimos viendo :)
Besos
Me gustó, está muy bien contado
ResponderBorrarFeliz 2008, todavía vale decirlo
Bueno, sobre si los gays son los mejores amigos de una mujer... podría ser jeje
ResponderBorrarPero tampoco puedes cerrarte a la idea de que llegará un hombre hétero que realmente valga la pena. Sólo que por tus experiencias anteriories has creado un filtro muy grande (y creo que lo haces con razón).
El cuento está muy bueno...concuerdo con que cada vez estás siendo una mejor narradora.
Y me llegó mucho eso de hacer por los demás lo que uno realmente quiere vivir...me suena a sicología XD
En fin
Te quiero mucho
Un abrazo!!