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Bruno corrió las cortinas de su habitación para dejar entrar los primeros rayos del sol. Abrió la ventana para sentir en su rostro el viento de la mañana. Abrió su billetera y sacó aquel sobre que llevaba meses escondido para entregárselo a Mariana.
El sobre decía "Fecha: cuando sea el momento indicado", pero ese día nunca llegó. Se preguntó a sí mismo en qué estaba pensando cuando la conoció. Salieron un tiempo, pero Mariana dijo que seguía enamorada de su ex. Entonces, Bruno se dio cuenta de que en realidad el asunto le importaba un comino.
Menos aún cuando siempre había tenido a Mike en su cabeza. Pero era imposible. "Es más fácil llegar al papa que al corazón de Mike. Y eso que soy periodista", solía repetirse cada vez que la tenía al frente. Sin embargo, también sabía que lo que le pasaba con ella era demasiado fuerte para no intentarlo.
"Somos demasiado diferentes" sentenciaba Mike, clavándole la espada en el pecho a Bruno. "Pero no tengo tentáculos, tampoco tengo tres ojos", pensaba él. Siempre salía con otras mujeres, pensando que Mike jamás le abrirá la puerta, pero ninguna era como ella, ni siquiera Mariana.
"Nunca debí escribir esa carta", se dijo a sí mismo, mientras sacaba el encendedor de su bolsillo. Recordó su mala experiencia cuando trataba de expresar sus sentimientos al sexo opuesto y se prometió que nunca más regalaría flores. Se prohibió dejar que Mike sepa que la quiere.
Bruno encendió aquel sobre en el marco de la ventana del quinto piso. La habitación se llenó de humo, pero parecía no importarle. "Sería la mujer perfecta si cumpliera lo que promete", afirmó mirando como las llamas devoraban el papel.
El sobre decía "Fecha: cuando sea el momento indicado", pero ese día nunca llegó. Se preguntó a sí mismo en qué estaba pensando cuando la conoció. Salieron un tiempo, pero Mariana dijo que seguía enamorada de su ex. Entonces, Bruno se dio cuenta de que en realidad el asunto le importaba un comino.
Menos aún cuando siempre había tenido a Mike en su cabeza. Pero era imposible. "Es más fácil llegar al papa que al corazón de Mike. Y eso que soy periodista", solía repetirse cada vez que la tenía al frente. Sin embargo, también sabía que lo que le pasaba con ella era demasiado fuerte para no intentarlo.
"Somos demasiado diferentes" sentenciaba Mike, clavándole la espada en el pecho a Bruno. "Pero no tengo tentáculos, tampoco tengo tres ojos", pensaba él. Siempre salía con otras mujeres, pensando que Mike jamás le abrirá la puerta, pero ninguna era como ella, ni siquiera Mariana.
"Nunca debí escribir esa carta", se dijo a sí mismo, mientras sacaba el encendedor de su bolsillo. Recordó su mala experiencia cuando trataba de expresar sus sentimientos al sexo opuesto y se prometió que nunca más regalaría flores. Se prohibió dejar que Mike sepa que la quiere.
Bruno encendió aquel sobre en el marco de la ventana del quinto piso. La habitación se llenó de humo, pero parecía no importarle. "Sería la mujer perfecta si cumpliera lo que promete", afirmó mirando como las llamas devoraban el papel.
Días antes, en su departamento...
- ¡Quémalas, Mariana!
- No, Bruno. Son mis recuerdos.
- Después de todo, no debí escribirlas. Quémalas todas, que no quede ningún rastro...
- No lo haré.
- Tienes que hacerlo. En primer lugar no te las merecías y, en segundo lugar, en el fondo no eran para ti.
- Si no eran para mi, entonces ¿para quién?
- ¡Quémalas, Mariana!
- No, Bruno. Son mis recuerdos.
- Después de todo, no debí escribirlas. Quémalas todas, que no quede ningún rastro...
- No lo haré.
- Tienes que hacerlo. En primer lugar no te las merecías y, en segundo lugar, en el fondo no eran para ti.
- Si no eran para mi, entonces ¿para quién?
- Para Mike... ¡MIL - VECES - MIKE!
- ¡Ella no te quiere! ¡Ella no piensa como tú, no SIENTE como tú, no ve la vida como tú!
- ¡PERO ESE NO ES TU MALDITO PROBLEMA, MARIANA!... ¡Quema esas malditas cartas! Yo pienso hacer lo mismo. A ti no te importa y a mi tampoco.
Sólo un montón de cenizas quedaron de aquellas palabras que alguna vez estuvieron atrapadas en el corazón de Bruno. Respiró profundo y sopló tan fuerte, que estas inundaron el cielo y el día se transformó una fiesta. El viento se llevó todas esas letras sin sentido, luego encendió un cigarro y sonrió conforme.
Por fin había quemado la etapa, ahora podía amar a Mike sin ataduras, sin pasado. Ahora podía ser sólo para ella. En el caso hipotético de que quisiera darle una oportunidad.
Sólo un montón de cenizas quedaron de aquellas palabras que alguna vez estuvieron atrapadas en el corazón de Bruno. Respiró profundo y sopló tan fuerte, que estas inundaron el cielo y el día se transformó una fiesta. El viento se llevó todas esas letras sin sentido, luego encendió un cigarro y sonrió conforme.
Por fin había quemado la etapa, ahora podía amar a Mike sin ataduras, sin pasado. Ahora podía ser sólo para ella. En el caso hipotético de que quisiera darle una oportunidad.