Recomiendo leer esta historia escuchando "Chord Left" de Agnes Obel
Atlantis, Palacio de Cristal, 16 de mayo de 2309
Por debajo de la puerta entra agua, mucha agua por todos lados. Quiero escapar, y para eso necesito levantarme de la cama, pero mi cuerpo esta rígido. Unas cuerdas invisibles me sujetan a ella y no puedo moverme para salir nadando.
El agua ya supero el nivel de mi almohada y sigue entrando cada vez mas, con una fuerza cada vez mas insospechada. Tomo aire y contengo la respiracion, pero tengo claro que dentro de unos minutos mi estrategia sera inútil. Sólo podré aguantar un momento bajo el agua sucia y pestilente.
Ya es demasiado tarde. Mi cuarto esta completamente inundado y siento que mis días en este mundo llegaron a su fin. No puedo respirar, pero estoy tranquila. Estoy consciente de que este sufrimiento será momentáneo y que después voy a estar mejor... Mejor que en este lugar, lejos del encierro, de las ordenes y de los protocolos.
No trato de luchar, ya no intento mover los brazos ni las piernas. Acepto mi destino con confianza y me dejo llevar. Estoy tranquila porque sé que voy a encontrar la paz que aquí jamas ha existido. Sé que en este lugar nadie va a extrañarme y es mejor que así sea. Nadie saldra herido con mi partida.
Cierro los ojos y sonrío esperando que al otro lado todo sea mejor que en esta prisión dorada... Si no fuera porque Birjit una vez mas vino a despertarme a las cinco y media de la mañana para ir a rezar al oratorio.
Ella es católica practicante, muy practicante. Tanto, que no descansó hasta convertir a todo el palacio en un santuario de la devoción y de la pureza. Tal vez por eso siempre fue la nuera consentida de mi abuelo...
Ella se encarga de mi educación y de mi crianza. Siempre me ha dicho que me quiere como a una hija y que quiere lo mejor para mi. Mi madre murio cuando yo tenia cuatro años y mi padre no se preocupó mucho de mi. Delego mi cuidado en las manos de su cuñada para que ella hiciera lo que quisiera conmigo, mientras él estaba demasiado ocupado asumiendo su nuevo rol como sucesor del imperio.
Después de todo, en mi familia esos son "asuntos de mujeres". Al menos eso es lo que decia mi abuelo, el emperador José Ramon Videla Ugarte, ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas en la época del gobierno del Parlamento Planetario.
No puedo seguir hablando del tema. Por lo menos hasta que encuentre un lugar secreto para este cuaderno. Mi abuelo prohibió en el palacio cualquier mención a la antigua forma de gobierno. El amenazó a todo el mundo con un "castigo ejemplar" en caso de que alguien se atreviera a contradecirlo. Dependiendo del rango, este podía consistir en algunos días de confinamiento o en una sesión de electroshock.
Después de su muerte, hace dos años, fue mi padre el que tomo su lugar, pero él no ha especificado si todavía debemos seguir esa regla o no. De todas formas, nadie se atreve a intentarlo, aún si estoy convencida en un 80% de que él no seria de mandarme a una sesión de electroshock. Incluso mi padre tiene un limite... Para mi, él tiene reservados otros planes.
Todo comenzo con la llegada de los Van Der Vogen al palacio. En aquella época, el tio Edgar, hermano menor de mi padre, era un hombre animoso y alegre que siempre tenia una historia para hacer reír. Todos los admiraban por eso, yo me incluyo. Como él no era heredero al trono, no sintió la presión de casarse con una mujer de su misma posición social.
En una de sus "correrias", como las llamaba mi abuelo, el tio Edgar conocio a Birjit Van Der Vogen, hija del dueño de un pequeño hotel de paso ubicado en la periferia de Amsterdam.
Sin titulo nobiliario y sin fortuna, a mi abuelo casi se le cayo el pelo y por poco se le revienta la úlcera cuando se enteró de la unión secreta de su benjamín con semejante desconocida cuyo único atributo era "ser rubia" y que al menos eso le ayudaría al moreno tio Edgar a "mejorar la raza" como decia cada vez que estaba borracho.
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