Rita vivía en una calle donde la palabra “árbol” era sólo un significante. En vez de paisaje, por su ventana sólo se veían bloques de concreto. Todas las mañanas se levantaba pensando en lo genial que sería no tener que cumplir responsabilidad, que sería mucho mejor quedarse en cama viendo televisión o leyendo.
Ella no creía en la educación formal, en el colegio se dedicaba a matar las horas haciendo creer a sus profesores que estaba muy interesada en sus clases, pero en realidad todo su conocimiento lo adquirió a través de los libros. El colegio le parecía una soberana pérdida de tiempo, una de las tantas ataduras que le impedían ser ella misma, ser feliz, ser libre.
Cuando lograba despegarse de las sábanas, prendía el equipo de música. Detestaba escuchar radio, porque odiaba las interrupciones comerciales y a los locutores matutinos. Además, siempre programaban las mismas gastadas canciones y Rita era una obsesionada con el descubrimiento de nuevos sonidos. Por lo tanto, sólo escuchaba los cd's piratas hechos por ella misma.
Siempre estaba en su computador descargando discos en forma absolutamente ilegal. Sin embargo, como siempre tenía una excusa para todo, decía que la música que le gustaba no la vendían en Chile. En todo caso, no había nada más parecido a la realidad. En la Feria del Disco o en el centro jamás iba a encontrar un cd de Chapterhouse, ni de MSTRKRFT. Ni hablar de un vinilo... la cultura auditiva de alguien que compra música en Chile se reduce a Shakira, Britney Spears o Kudai.
“Take me
Away from these simple feelings
I know
There's places on the other sides of here
Take me
Away from these simple feelings
I know
I'll take that car and drive there faster...”1
Eso decía Kitchens of Distinction a través del equipo, a las 6:55 de la mañana, mientras Rita salía de la ducha. Se vistió apurada como de costumbre, se comió una mitad de pan quemado con mantequilla, pero nunca tomaba leche debido a su temprana intolerancia a la lactosa. Rita siempre prefirió el café.
Todas las mañanas caminaba al colegio, el cual quedaba bastante lejos. No le gustaba tomar el metro, porque no alcanzaba a escuchar ni dos canciones en el reproductor de mp3 que se compró trabajando como niñera.
Tenia la mala costumbre de ir por la calle con los audífonos a todo volumen, incluso en varias oportunidades estuvo al borde de un atropello por confiar demasiado en los semáforos y no escuchar las bocinas. Pero qué importa todo eso, si vas escuchando a The Clash...
Para Rita la vida se divide en obligación y libertad. Ir al colegio y estudiar era una obligación. Escuchar música aún arriesgándose a un accidente de tránsito era su libertad, la de sus oídos, la de mirar la ciudad con sus propios ojos, la de pisar las hojas amarillas en el parque forestal, de sentir el viento y la lluvia en la cara, y por esa libertad, estaba dispuesta a caminar dos horas diarias. Era su panorama secreto: gastarse la plata de la micro en cigarros sueltos y caminar con cualquier rumbo, pero siempre escuchando música.
1Traducción: Llévame lejos de estos simples sentimientos. Yo sé que hay lugares en otros lados de aquí. Llévame lejos de estos simples sentimientos. Yo sé, tomaré ese auto y conduciré hacia allá más rápido.